La creación de ghettos en el siglo XXI

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Guernica - Pablo Picasso

Queriendo autoconvencernos de que no nos damos cuenta, estamos creando ghettos en este siglo XXI. Lo hacemos hace un tiempo, no comenzamos en 2022 por una situación bélica.


Una de las tantas noticias de los últimos tiempos dice: “Wimbledon prohíbe competir a los tenistas rusos y bielorrusos. El torneo de Wimbledon prohibirá competir a los tenistas rusos, incluido el número dos del mundo, Daniil Medvedev, y a los bielorrusos, como castigo por la invasión de Ucrania” [1]. Un deportista, por un accidente natural (el lugar donde nació), excluido de un torneo, a causa de las decisiones de Estado de su país.

¿Resultará una manera efectiva de presionar para el cese de acciones bélicas de Rusia? ¿Putin correrá asustado a pedir perdón a Wimbledon? Es sin más una forma de plantar bandera y decirle al mundo de qué lado está parada la organización del evento deportivo, al igual que exhibir banderines o carteles con los colores de la insignia patria ucraniana en un partido de básquet, una sesión del cuerpo legislativo de cualquier país o en un torneo de ajedrez. Claramente no es vinculante, no determina la continuidad o no del conflicto. Sí tienen la intención de crear ghettos, de separar los unos de los otros, de aislar.

Nada es nuevo. Se crean ghettos que llamamos countries, o barrios privados, es decir, calles que no son transitables para cualquier ciudadano en una ciudad, en una provincia, en un país que tienen en sus cartas magnas la libertad de circulación por todo el territorio. Allí viven gentes que comparten intereses, sobre todo económicos, mayormente ideales, políticas, clase y casta.

También, claro, se crean ghettos en lo que llamamos villas (o favelas, o chabolas, o cantegriles). Con calles inaccesibles incluso para los vehículos esenciales. Donde la clase social es mayoritariamente la opuesta al caso anterior. Pero el código de ingreso, sin las opulencias del otro, no distan demasiado.

Hay ghettos sociales, sin dudas, donde solamente aquellos que piensan igual forman parte de los grupos. ¡Hasta los ghettos poéticos existen! Y no es una creación de lo que recientemente comenzó a llamarse “grieta” en la Argentina, este separatismo ya se vislumbraba en otros tiempos; basta con analizar el período colonial de nuestra región.

En este intento de ejercicio intelectual, en esta tentativa de práctica de pensar(nos), vamos a darle la razón y aprobar la discriminación de todo ser ruso en cualquier actividad. Vayamos al límite: que no puedan circular en ningún otro territorio, que no puedan accionar en ninguna actividad fuera de sus fronteras. Rusos a Rusia. Pero la justicia se aplica con criterios de igualdad, entonces:

Ingleses a Inglaterra. Ocupan las Islas Malvinas desde su invasión. También ocupan Irlanda del Norte. No más ingleses participando de ninguna actividad social, cultural, deportiva, económica, religiosa o cual fuera, más allá de sus fronteras.

Israelíes a Israel. Ocupan Palestina y los Altos del Golán de Siria. También sin participación alguna en cualquier menester de la vida en otros países.

Marroquíes a Marruecos. Ocupan el Sahara Occidental. Excluidos también.

Estadounidenses a Estados Unidos. Ocupan Puerto Rico. No más intervenciones en ningún ámbito de la vida.

Franceses a Francia. Ocupan la Guayana “francesa”. Fuera de las competencias y el arte y el mercado.

Y así, la lista de prohibiciones sería tan grande que la mejor resolución se encontraría en directamente formalizar los ghettos. Naciones totalmente separadas sin ninguna interacción, sin intercambios comerciales, cada cual aislada en su propia delimitación, y viviendo de y con sus propios recursos. El filósofo francés Blaise Pascal, resume toda esta teoría en una sola pregunta: “¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío, aunque yo no la tenga con él?”. Matarme, censurarme, coartarme, cancelarme, cualquier acción contra las libertades sería estúpida.

La división, sabemos por la historia, solamente creará una cosa: guerra. Y las potencias más poderosas absorberán o colonizarán a las más débiles. ¿Y no era eso lo que querían frenar con las prohibiciones? Tal vez no ¿Y si pensamos que no hay inocencia ni buenas intenciones detrás de las posturas “para la foto”?



Marcelo J. Silvera


2 comentarios:

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