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Maradona: demasiado humano

 


No soy maradoniano. Pero soy humano. Y Diego, como dice Nietzsche, era demasiado humano.
Juzgar al otro es lo más simple dentro de las simplezas de la miseria humana. Y juzgar a Diego se convirtió en deporte nacional. ¿Quién hubiera vivido otra vida siendo Maradona?
Yo me pregunto: ¿Quién sería hoy si fuera Maradona? O ¿Qué hubiese sido? Estoy seguro no hubiera sido mejor. También hubiera pecado, y seguramente peor. No sé si llegaré a los 60, menos si hubiera llegado siendo Maradona. Caería en cada tentación, y volvería a caer para volver a probarla. Y me cagaría en los poderosos también. Y les metería un camión enorme a los chetos en la vereda de sus casas impolutas. Y putearía al Presidente de la Nación que encabeza las medidas anti pueblo, aunque fuera el presidente más exitoso del club de mis amores. Me hubiera peleado con un Papa y abrazado al otro. Habría estado en la Cumbre de los Pueblos y puteado a Bush. En Mar del Plata hubiera aplaudido a Fidel y a Néstor y a Chávez. Y hubiera sido mal padre, como lo soy seguramente. Y mal esposo. Y mal hermano. Seguiría fumando habanos, y haciendo odas al Che. Y al rato, sería bueno en todo eso que era malo hace instantes.
Y me cagaría en lo que dicen las tapas de las revistas del establishment, porque la vida es otra cosa que lo que sale en sus tapas.
Y mi meta sería, si fuera bendecido con un don especial, (el fútbol en este caso), hacer feliz a la mayor cantidad de compatriotas posible. Y llevar los colores de mi bandera al mundo. Y defenderlos, incluso puteando a los que chiflan y abuchean a mi himno.
No soy maradoniano, ya lo dije. Pero Diego es la argentinidad. Soy de un barrio popular, Mataderos, y popular me siento aunque pude progresar en mi vida y profesionalmente. Y desde ese lugar, pienso.
Porque es muy fácil ser el deportista cheto al que todo su entorno encubre sus adicciones. Pero hay que tener coraje para ser exitoso, viniendo de ser pobre, cuando todas las miradas acusativas te buscan el error para crucificarte.
¿Qué nos hace odiar al Diego? Será que nos demuestra las miserias dentro nuestro. Que nos expone. Que nos interpela. Que saca a la luz todo lo que escondemos en la oscuridad más íntima.
Diego es la Biblia junto al calefón como dice Andrés Calamaro en su canción. Muchos errores, muchos aciertos. Nuevamente, demasiado humano. Diego vivió su vida, rompiendo las reglas y sin ajustarse a las normas del sistema. No soy maradoniano, lo dije ya, pero lloré a Diego, por humano, demasiado humano.


Marcelo J. Silvera


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