La humillación como contenido: filosofía en tiempos de videocracia
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Mike, protagonista del capítulo Una pareja cualquiera (Black Mirror, T07E01) |
“No me muevo. No porque no pueda, sino porque no quiero correr donde la mayoría corre.”
Esta sentencia, tan quieta como incendiaria, sirve de umbral para reflexionar sobre un fenómeno contemporáneo que ha erosionado no sólo los modos de ver, sino las formas de ser. En tiempos donde la dignidad se alquila por views y el dolor se transforma en monetización algorítmica, urge una fenomenología crítica del espectáculo digital, o mejor dicho, una crítica de la razón videocrática.
El presente artículo, inspirado en el episodio Una pareja cualquiera de la serie Black Mirror (episodio 01 temporada 07, 2025), despliega una hermenéutica crítica del fenómeno que denominaré videolatría, entendida como la sacralización de la imagen en movimiento dentro del capitalismo cognitivo actual. A través de una mirada filosófica que articula nociones como cosificación, heteronomía, anestesia moral y parresía, este trabajo se posiciona como gesto de contravigilancia frente a la estetización de la humillación.
1. Una distopía demasiado real: escenografía de la degradación
En el episodio en cuestión, Mike acepta degradarse públicamente en una plataforma digital para obtener fondos destinados al tratamiento médico de su esposa Amanda. La estructura narrativa recuerda a la lógica del chantaje estructural: la libertad individual aparece, en realidad, enmascarando una libertad negativa (Berlin, 1958), en la cual el sujeto actúa forzado por condiciones sistémicas de necesidad, no por convicción moral.
La sociedad aquí retratada —lejos de ser una exageración futurista— resulta una extrapolación de nuestra actual economía del espectáculo, donde la miseria se convierte en commodity y la dignidad en “material reciclable para entretenimiento”. La escena recuerda a El hombre elefante de David Lynch (1980), pero con la diferencia de que ahora no se requiere del circo: basta con un smartphone.
2. Videolatría: ver no es comprender
Lo que caracteriza a la videolatría contemporánea no es la imagen en sí, sino su carácter fetichizado, como diría Marx respecto a la mercancía. Ya no hay imagen que represente: hay imagen que sustituye. La mirada, como decía Sartre, se transforma en dispositivo de control (le regard), y en la era digital, ese control no necesita represión externa: se ejerce a través del deseo de ser visto.
La videocracia impone una percepción acelerada, donde el homo videns (Sartori, 1998) ya no es un sujeto de conocimiento, sino de captura. Lo que se ve se consume, lo que se consume se olvida. El logos deviene en pathos efímero. Tal como advertía Virilio (1998), “la velocidad de la imagen anula la profundidad de la experiencia”.
3. Pensar es detenerse: elogio del ralentí filosófico
En un mundo donde todo corre, quien se detiene es subversivo. El pensamiento filosófico, como praxis deliberativa y crítica, se convierte en acto de resistencia frente al vértigo audiovisual. Aquí recuperamos a Byung-Chul Han (2012), quien advierte que “la sobreexposición elimina todo umbral, toda profundidad. Nada permanece oculto. Todo debe ser mostrado, y así se vacía”.
Pensar, entonces, implica crear un kairós en el tiempo cronometrado del espectáculo. En este contexto, la filosofía debe reactivar su potencia parrhesiástica, es decir, su coraje para decir la verdad allí donde reina la mentira maquillada de likes.
4. La dignidad no se streamea
El personaje de Mike no actúa por vanidad, sino por necesidad. Pero el sistema en el que se encuentra inmerso lo convierte en performer de su propia tragedia. Aquí es posible aplicar la crítica adorniana de la industria cultural: no es que las masas elijan lo que consumen, sino que consumen lo que les imponen (Adorno & Horkheimer, 1947).
La espectacularización de la humillación —como forma de necropolítica audiovisual— no sólo degrada al sujeto que se muestra, sino también a quien mira. El observador deviene cómplice, aunque su único gesto haya sido un clic. ¿Puede haber ética donde no hay alteridad? ¿Dónde el otro ya no interpela, sino entretiene?
5. Filosofía como contravigilancia
Aquí propongo pensar la filosofía como contravigilancia epistemológica. Es decir, como ejercicio de vigilancia crítica sobre los dispositivos que organizan nuestra forma de conocer, sentir y actuar. Frente a la videocultura que se devora a sí misma, la filosofía se ubica como un gesto intempestivo —en el sentido nietzscheano— que incomoda, desacelera y subvierte.
En lugar de buscar viralidad, la filosofía debe abrazar su rol antipopular, incluso impopular. No porque desprecie al pueblo, sino porque se niega a regalarle espejitos de colores. En palabras de Spivak (1996), se trata de hacer “una pedagogía de lo imposible”, que no se rinda ante el mercado simbólico.
6. Ironía para dummies
Tal vez en un futuro cercano veamos a Kant haciendo el reto de la canela para promocionar la Crítica del Juicio, mientras Foucault, desde su canal de Twitch, nos enseñe a “vigilar y castigar con estilo”. Y quizás Heidegger —reconocido influencer existencial— lance su nuevo curso de Dasein Yoga, donde aprenderás a “habitar poéticamente” tu feed. Sic transit gloria mundi, versión digital.
La videocracia ha instaurado un nuevo orden gnoseológico: sólo existe lo que se muestra. Frente a esta ontología de la visibilidad compulsiva, el acto filosófico se erige como un modo de reapropiación del silencio, de la oscuridad incluso, como espacios fértiles para la verdad. Porque lo que duele, a veces, es lo que más revela.
Pensar no es grabar. Resistir no es viralizar. Amar no es likear.
Aún hay quienes se atreven a cerrar los ojos para poder ver. Sapientia in tenebris fulget.
Bibliografía
Adorno, T. W., & Horkheimer, M. (1947). Dialéctica de la Ilustración. Trotta.Berlin, I. (1958). Two Concepts of Liberty. Oxford University Press.
Debord, G. (1967). La sociedad del espectáculo. Buchet-Chastel.
Han, B.-C. (2012). La sociedad de la transparencia. Herder.
Lynch, D. (Director). (1980). El hombre elefante [Película]. EMI Films.
Sartori, G. (1998). Homo Videns: La sociedad teledirigida. Taurus.
Sibilia, P. (2008). La intimidad como espectáculo. Fondo de Cultura Económica.
Spivak, G. C. (1996). Outside in the Teaching Machine. Routledge.
Virilio, P. (1998). La bomba informática. Adriana Hidalgo Editora.
Black Mirror. (2025). “Una pareja cualquiera” (Episodio 1, Temporada 7). Netflix.
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