Por naturaleza creemos saber escuchar, al igual que creemos saber hablar. Naturalizamos el acto de la comunicación y damos por sentado que eso que hacemos es escuchar, sin embargo ¿cuántas veces la otra persona te preguntó "qué te dije"? y la respuesta no es simple.
Generalmente, mientras hacemos eso que decimos es escuchar estamos pensando en otras cosas, o en nuestros juicios sobre lo que escuchamos, y creamos conjeturas, posibles respuestas, análisis de la situación, ensayamos panoramas alternativos... y dedicamos más atención a nuestra acción que al mensaje de la otra persona.
La escucha activa es una técnica y estrategia específica de la comunicación humana. Basada en el trabajo de Carl Rogers, es utilizada en campos como la enfermería, la psicoterapia y la resolución de conflictos. En 2001, Michael Rost (autor de Teaching and Researching Listening) la definió como «un término genérico para definir una serie de comportamientos y actitudes que preparan al receptor a escuchar, a concentrarse en la persona que habla y a proporcionar respuestas (feedback)». Implica asimismo, entre otros aspectos, ofrecer disponibilidad y mostrar interés por la persona que habla. La escucha activa consiste en una forma de comunicación que demuestra al hablante que el oyente le ha entendido. Se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo.
Escuchar es mucho más que poner el oído, es generar una sintonía entre ambos puntos de la comunicación. Una sintonía donde ingresan también el lenguaje no verbal, los sentimientos y se logra una conexión real.
¿Sos capaz de generar sintonía cuando escuchas?
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