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¿Cómo vives la muerte?



La muerte, y qué sucede después, son temas que intrigan a los filósofos de todas las épocas. Pues como dijo Séneca, nada es tan cierto como la muerte; o según San Agustín “todo es incierto; sólo la muerte es cierta”.
Jean-Paul Sartre dijo que “todo lo que existe nace sin razón, se prolonga en la debilidad, y muere por casualidad”. Contrario a lo que Martin Heidegger afirmaba sobre que el hombre sólo alcanza la autenticidad con la muerte, Jean-Paul Sartre no lo veía a éste como un ser-para-la-muerte. Para Sartre lo más seguro era que el hombre muriera antes de cumplir su tarea. Entonces la muerte no sería más que “una aniquilación que en sí no es más que una de mis posibilidades”.
Tomás de Aquino habló del mal que representaba la muerte, simplemente por el hecho de que con ella se acaba la vida. “La más grande de las desgracias humanas”, palabras claras sobre la visión que el principal representante de la enseñanza escolástica tenía sobre la muerte.
Heidegger, con su concepto del Dasein, sostiene que el ser humano fue "arrojado" al mundo para morir; en el medio, es decir en la vida, podemos ser un dasein inauténtico (que no hace nada especial, que sigue las masas, que es una copia de las copias que instala el sistema), o un dasein auténtico, dejando una huella de nuestro paso.
Cuando alguien cercano muere se nos revela la muerte como sentimiento, se nos genera un dolor abrasante. La ausencia se convierte paradójicamente en algo que ocupa un enorme espacio en nosotros.  Nuestras culturas nacidas en Europa en reglas generales no tienen una buena relación con la muerte, le escapan, le temen, la convierten en tabú (México es una gran excepción); caso contrario en gran parte de las culturas africanas o asiáticas, donde se la respeta, se la venera, se la espera sin miedos, entendiéndola como un paso más de la humanidad.
¿Pero cuándo pensamos en nuestra propia muerte? ¿Será cuando notamos signos de envejecimiento? ¿Cuando entendemos que la vida se va acabando? ¿O tras una afección de la salud importante que nos pone en alerta? ¿Y si llegara de golpe? ¿Si no se anunciara?
La muerte se vive. Porque viviéndola podemos proyectar lo que queremos dejar más allá de nuestra propia muerte. Negar la muerte es perdernos en la nada. Aceptar que la muerte es parte de la vida nos permitirá vivir una vida llena de vida, una vida que trascienda, una vida que deje un legado a quienes nos siguen; allí lo que seguirá a la muerte seremos nosotros mismos, aunque ya no en carne y hueso.

Y vos, ¿Cómo vives la muerte?

Marcelo J. Silvera


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