Un "amigo" recurrente de este espacio es el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Hoy te propongo que partamos de su frase: "Los pensamientos son las sombras de nuestros sentimientos; siempre más oscuro, más vacío y más simple".

Los sentimientos se proyectan en los pensamientos. Siguiendo la imagen que nos deja Nietzsche, los sentimientos, más profundo aún: las emociones, pueden ser representados con un árbol. Pensemos en un árbol que hemos plantado hace instantes... delgado, sin hojas, frágil al punto que le colocamos una guía, un refuerzo para mantenerlo en posición. Pasan los días y lo regamos; pasan las semanas, los meses, los años. Y crece.

Ahora bien, este árbol que alimentamos, cuidamos e hicimos crecer, es grande. Muy grande, nos supera en varios cuerpos. Y proyecta una sombra bajo su copa al mediodía, cuando el Sol está en línea vertical; pero también proyecta una sombra que se extiende mucho más allá de su contorno, una sombra que es el doble de su tamaño, abarcando su territorio cercano y otros fuera de su alcance.

El árbol puede ser sombra para repararnos en ella en los días calurosos; puede ser cobijo en días de lluvia; puede incluso ser productor del alimento diario. Pero también puede ser una amenaza. Puede caer sobre nuestra casa y derribarla; o la casa vecina.

El tiempo en nuestras mentes no es lineal, ni sigue las lógicas del tiempo medido en un reloj. Algo de hace años puede parecer reciente. Un pensamiento que podría llevarnos años de elaboración puede generarse en una milésima de segundo. El crecimiento de una emoción puede darse en muy poco tiempo, pero con el mismo efecto que el crecimiento del árbol en años.

Si los pensamientos son la sombra de nuestros sentimientos, tal como expresa Nietzsche, ten cuidado con lo que siembras, riegas y haces crecer.

Y vos, ¿Bajo la sombra de qué sentimiento están tus pensamientos?

Marcelo J. Silvera