¿Con qué emocionalidad te comunicas?

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Desde el siglo pasado, (siempre suena extraño decir que somos seres del siglo pasado), muchos investigadores abordaron la temática de las emociones. Keith Oatley y Jennifer M. Jenkins son autores de varios volúmenes abocados a ellas. Ellos consideran que las emociones son métodos de comunicación. Indican a los demás las intenciones y cambios de intenciones con lo que el interlocutor puede anticiparse y prepararse para lo que ocurra (Human Emotions: Function and Dysfunction, 1992).
Desde la Ontología del Lenguaje sostenemos que somos seres lingüísticos, somos seres comunicacionales. Vivimos en el lenguaje y el devenir lo transitamos en comunicaciones. Las emociones juegan un papel fundamental, no solamente en nuestras comunicaciones sino en nuestras vidas, e impactan en ambos casos de manera directa. En gran parte de las religiones africanas que llegaron a América en barcos negreros, sus dioses han sido humanos que ascendieron tras una emoción extrema, una enorme carga emocional que generó una energía tan potente que los convirtió en dioses. Esa, tal vez, sea la manera en que explican el poder de las emociones.  
La manera en que comunicamos, es la manera en que vinculamos con otros. Si las emociones dominan la manera en que (nos) comunicamos, la comunicación no será efectiva. El tipo de emoción influirá en nuestras comunicaciones, provocando reacciones del interlocutor de igual, o peor, emocionalidad. Nuestras comunicaciones están predestinadas por las emociones que transitamos.
Poder controlar las emociones, y no ser controlados por ellas, es una tarea no tan simple como se vislumbra. Pero con efectos de alto impacto en nuestra vida en sociedad.

Y vos, ¿Con qué emocionalidad te comunicas?

Marcelo J. Silvera


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