¿Sos consciente de tus juicios?

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¿Qué es la conciencia? En los últimos tiempos la palabra abunda en los medios periodísticos, debates, mesas de café y cualquier espacio dónde se aborde la discusión sobre la Ley de interrupción voluntaria del embarazo (sintetizada, en muchos casos despectivamente, como de aborto). La objeción de conciencia es uno de los puntos más discutidos, pero insisto ¿qué es la conciencia?
El Diccionario Filosófico dice: Categoría ética que expresa la forma superior de capacidad del individuo de ejercer autocontrol moral. A diferencia del motivo (sentido del deber), la conciencia incluye también la autovaloración por el hombre, sobre la base de la comprensión de su responsabilidad ante la sociedad, de las acciones realizadas. La conciencia obliga al hombre a que no simplemente logre con sus acciones el respeto a sí mismo (que no se humille), a que no pierda el sentido del humor y la dignidad personales, sino también a que dedique todas sus fuerzas al servicio de la sociedad, la clase de vanguardia y toda la humanidad. La conciencia presupone asimismo la capacidad del individuo de valorar de igual manera sus propias opiniones y las de otros en conformidad con las necesidades objetivas de la sociedad, así como la responsabilidad del hombre no solo por sus propias acciones, sino también por todo lo que ocurre en el mundo circundante. La conciencia del hombre se forma socialmente y se determina por la medida del desarrollo histórico del mismo, así como por su posición social en las condiciones objetivas en las que se encuentra. La conciencia puede manifestarse tanto en forma de concientización por el individuo del significado moral de sus acciones como en un conjunto de vivencias emocionales (remordimiento de la conciencia).
La conciencia, en definitiva y según la Ontología del Lenguaje, podría ser englobada en los juicios. Un juicio es la opinión que emite un observador (una persona) y corresponde a él. El juicio habla más del que lo emite que del que lo recibe. Somos seres que vivimos en los juicios, tanto para decirlos como para recibirlos. Los juicios indican como somos, nuestros valores, nuestra moral, nuestra ética, es decir la forma en que nos conducimos en el mundo. Al decir de Nietzsche, "toda idea es dicha por alguien, que al emitirla revela quien es".
Mal podría entonces, como se plantea, una institución, una clínica, fijar una objeción de conciencia. La conciencia es una acción reflexiva, moral si se quiere, humana, un edificio no tiene conciencia, un estatuto no tiene conciencia, un cartel colgado en la fachada no tiene conciencia, ni la mesa de la sala de operaciones, ni las herramientas del facultativo, ni acaso las sábanas de la camilla, o el formulario con los datos de la paciente. Una institución no puede fijar objeción de conciencia, lo harán sus directivos, dueños, o trabajadores en forma individual, pero no en colectivo porque de esta manera se perdería la libertad de conciencia individual.

Y vos, ¿Sos consciente de tus juicios?

Marcelo J. Silvera


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