¿Comunicas o generas conflictos?

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Como seres lingüísticos, seres comunicacionales, que somos habitamos en el lenguaje. El lenguaje es la vía de comunicación, crecimiento y expansión de los seres humanos, el lenguaje es generativo, crea realidades. Pero también es el lenguaje la mayor razón de los conflictos. 
En las diferencias en el lenguaje se nutren los conflictos. Y no me refiero a las diferencias de idiomas, o de culturas, que podrían ser subsanadas; sino a las diferencias que surgen dentro de una misma cultua, en un mismo idioma, y que tienen como raíz al entendimiento. A nuestra lengua castellana la rige la Real Academia Española, el diccionario contiene todas las palabras que están incluidas en la lengua y sus significados; y si bien es cierto que en ocasiones algunos vocablos tienen varias acepciones y pueden ser utilizados con distintas intenciones, es en el contexto en que se aplican que se les da la significación.
Pero aun así, existen discusiones. Discusiones que surgen de distintas corrientes y que pretenden cambiar los significados y sus significantes para adaptarlos a sus intereses. ¿Qué sucede en estos casos? Se conforman guetos cerrados donde una palabra representa algo distinto a lo que representa para el resto de la comunidad. Sucede en ámbitos académicos, donde me tocó protagonizar acalorados debates sobre la definición de la palabra trabajo, que para "la sociología" -personificada y aceptada dentro de ese ámbito como LA única- es totalmente diferente a la que está incluida en el diccionario. Sucede en ámbitos culturales. Sucede en ámbitos holísticos donde cada disciplina, o corriente, pretende dar el valor único a la palabra, e incluso desvirtuar a placer la etimología; y entonces mientras para unos AMOR, cuya más remota raíz procede del indoeuropeo am-, que significa ‘madre’, y que también vendría a ser la raíz de palabras como amigo o amistad, otros sostienen la falsa teoría de que la palabra amor en griego se componía del prefijo a-, que significaría ‘sin’, y el sustantivo mor, que se traduciría como ‘muerte’, dando como resultado la idea de que el amor es la ausencia de muerte, es decir, que es un sentimiento eterno.
En la antojosa interpretación de las palabras radica el germen de todo conflicto. Porque entonces, si puedo dar la interpretación que quiero a cada palabra según la corriente de pensamiento que adhiero, estoy comunicando con otro lenguaje, uno que no es compartido, que no es comprendido por todos igual. Pero además, esas posturas que no tienen consistencia en el lenguaje consensuado del idioma suelen ser defendidas con firmeza obnubilada, caprichosa y con cierto desdén de grandeza. En el Crátilo, Platón señala que si la conexión entre las palabras y el mundo es arbitraria o convencional, entonces es difícil entender cómo el lenguaje puede permitir el conocimiento acerca del mundo.

Y vos, ¿Comunicas o generas conflictos?

Marcelo J. Silvera


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