Existe una forma de medir el estado emocional en que nos encontramos. Lo interesante de esta escala que abordaremos es que plantea reconocer la ubicación en que nos encontramos en el transitar de las emociones. Cuando emprendemos el camino hacia la inteligencia emocional, se torna importante el autoconocimiento. Reconocer en qué nivel de emocionalidad estoy me permite avanzar al siguiente. Volviendo a la analogía del camino, para saber cuál será mi destino debo conocer mi punto de partida.
La Escala de la Conciencia Emocional desarrollada por Claude Steiner analiza el proceso a través del cual entendemos las emociones y las gestionamos:
- Embotamiento emocional: en esta primera etapa la persona no parece sentir nada, aunque puede que los demás pueden percibir algo por las reacciones fisiológicas que comienzan a manifestarse en la persona. Por ejemplo, si alguien experimenta un estado de ansiedad comenzará a sudar o estará pálida, aunque aún no sepa qué le está pasando.
- Sensaciones físicas: la persona comienza a notar sus reacciones corporales, pero todavía no las asocia con una emoción concreta. Esta etapa y la anterior pueden dar lugar a situaciones de desconcierto ya que, al no percibir la propia emoción, la reacción puede no ser consecuente.
- Caos emocional: la persona percibe la emoción de forma consciente, pero la percibe únicamente como un alto nivel de energía que no se comprende ni se puede expresar con palabras.
- Diferenciación: la persona ya es consciente de las emociones básicas y de su intensidad.
- Causalidad: la persona comprende la causa de sus emociones y los acontecimientos que las desencadenan.
- Empatía: una vez superadas las fases anteriores, la persona es capaz de abrirse a los demás y comprenderlos.
- Interactividad: en el último nivel es capaz de intuir cómo interactúan las emociones en su relación con los demás y consigo mismo.
Marcelo J. Silvera
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