¿Qué hábitos te limitan?

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Allá, en el siglo XVIII, David Hume dice que la repetición, el hábito, no explica la verdad de las cosas. Que las cosas se hagan de tal manera porque "siempre" se hicieron así, no significa ni que sea la única manera, ni que haya que hacerlo. El hábito cultural no le quita la duda ni el cuestionamiento ante el que deberíamos poner todo.
Para Hume, el hábito es la fuerza motriz del conocimiento humano. La repetición insistente de experiencias particulares, nos lleva a concluir una ley universal, y sin embargo, si lo miramos con detenimiento, no tenemos razón alguna para concluir tal cosa. El hábito, entonces, es la base fundamental de la creencia y el puente que, erróneamente, nos lleva a saltar de lo particular a lo universal, dando por sentado que las conclusiones que extraemos de un modo inductivo son válidas, cuando en realidad no lo son, pues no nos es posible hacer predicción alguna sobre el curso futuro de la naturaleza.
Como seres comunicacionales, que habitamos en el lenguaje, tenemos hábitos, o aquellos que solemos llamar malos hábitos si se quiere, que limitan nuestras posibilidades de acción. Pero están tan arraigados en la concepción estructural social que los creemos la única forma de hacer las cosas.
El hábito es, para Hume, la tendencia o propensión de la mente que la conduce a asociar dos ideas por una relación de necesidad bajo la influencia de la conjunción constante de las impresiones correspondientes. El hábito expresa la fuerza de la repetición constante; simplemente nos “acostumbramos” a algo y esperamos que sigan sucediendo en el futuro acontecimientos más o menos similares a los que han sucedido en el pasado. Conviene no confundir “experiencia” y “costumbre”: la primera me instruye sobre diversas conjunciones de objetos en el pasado, mientras la segunda me determina a esperar que suceda lo mismo en el porvenir. En general hábito y costumbre son sinónimos perfectos, pero en algunos contextos costumbre designa una operación de la mente cuyo resultado es el hábito. Es importante recordar que la relación de causalidad no deriva de la experiencia sino del hábito. 

Y vos, ¿Qué hábitos te limitan?
Marcelo J. Silvera


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