En otra ocasión abordamos las 147 máximas pitias, o los preceptos del Oráculo de Delfos. 147 aforismos que intentan dejar un legado de reflexión. Muchas de ellas hablan del saber, la educación, el conocimiento. Una de ellas es: Φιλόσοφος γίνου (Hazte amante del saber).
Amar el saber. Amar, es generar algún tipo de relación mutua, donde doy pero también recibo; amar, es crear cierta dependencia, porque un amor no correspondido más que amor es una obsesión. Amar el saber, entonces, ha de ser esa situación en que busco conocimientos y a la vez obtengo el placer de hallarlos; caso contrario sería encarar la tarea del alquimista ciego, aquel que buscaba convertir el plomo en oro y se frustraba al no lograrlo sin ver que en el camino halló muchos de los productos que hoy son elementales en la industria y la ciencia.
La piedra filosofal tal vez sea eso, el saber. No un fragmento material que tendrá la capacidad de convertir cualquier elemento en oro o plata, sino la capacidad de adquirir los saberes y utilizarlos para convertir, transformar ¿Transformar qué? Transformar nuestro entorno, o nuestro contorno según el decir de Ortega y Gasset, transformar-nos ¿En qué? En nuestras mejores versiones día a día, en un mejor yo respecto de ayer. Si existe una forma de evolución y trascendencia, incluso si existiere la inmortalidad, ha de ser nuestro legado intelectual, las ideas, los conocimientos, estas pequeñas huellas que dejamos en las amplias arenas del universo ¿Acaso no es eso lo que transcendió de los grandes líderes, de los próceres, de las figuras recopiladas en los libros de la historia? ¿No son las enseñanzas, los valores, las frases, lo que nos heredaron nuestros antepasados? ¿Qué somos sino pensamientos y lenguaje? Amor a la sabiduría es la definición de filosofía.
Y vos, ¿Amas el saber?
Marcelo J. Silvera
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